El conflicto de nunca acabar entre materialistas e idealistas

Al vivir en un universo sin sentido donde ocurren acontecimiento que la mente humana no puede comprender, el hombre desde sus inicios ha intentado dar una explicación del por qué de las cosas: a través del arte, la religión, la filosofía y la ciencia. Con lo que ha tratado de aumentar gradualmente su conocimiento hasta el punto más alto que la mediocridad de su espíritu y la corta duración de su vida lo puedan permitir alcanzar.

Nutriéndose de la lectura de los buenos libros, que es como una conversación con los hombres más selectos de los siglos pasados, que comparten sus mejores pensamientos con el propósito, de que cada uno de nosotros conduzcamos nuestras propias vidas por el camino correcto y poder juzgar nuestro modo de vida más cuerdamente y no creer que todo lo contrario a nuestro modo de pensar y vivir, sea ridículo y opuesto, como suelen hacer los que poco conocen, y los que quieren imponer sus ideas.

Por ejemplo, si revisamos bien la historia, hemos venido hasta la fecha en un conflicto de nunca acabar entre materialistas e idealistas.

La búsqueda de lo divino y la búsqueda del conocimiento de la verdad, salieron de la mano en los neblinosos tiempos de la antigüedad. En la antigua sumeria había un dios de la astronomía, un dios de la agricultura, y un dios de la irrigación y, los sacerdotes del templo eran los escribas y los teólogos que investigaban esas esferas del conocimiento. En la antigua Grecia los filósofos se preguntaban del por qué estamos aquí, desarrollaron teorías del átomo, de los movimientos de los astros y la ética humana.
En Europa durante la edad media, la iglesia alcanzó una posición de poder supremo, era influyente, poseía tierras y era la proveedora de la verdad, la iglesia se quedó con el derecho de ser la única conocedora de todo, el dogma era la ley.

Pero la ciencia había avanzado y cuestionaba el dogma de que la tierra era el centro del universo Copérnico, Bruno y galileo sintieron la mano dura de la iglesia, (fue una verdadera tragedia con la santa inquisición). Como la iglesia no podía seguir resistiendo a la ciencia, se dividió con esto el conocimiento y el esfuerzo humano, Descartes inventó el dualismo, la iglesia se quedó con lo que no se veía, la ciencia con lo que sí, había nacido el materialismo (Una tregua precaria), los científicos ya eran libres y se tomaron la venganza. Lo que no se ve es pura fantasía, ¡engaño!, no somos más que maquinitas en un universo predecible y regulado por leyes absolutas e inmutables. La iglesia contraataco y condenó a los desalmados científicos al infierno, Darwin replicó, no hay creador en ninguna parte, somos mutaciones aleatorias, simples portadores de la incesante búsqueda del ADN en un universo sin sentido. Mientras que la ciencia y la religión habían topado con un muro y no avanzaban. ¿Si todo era mecanicista y dios era el santo creador cuál era el papel de los humanos?, la ciencia seguía investigando en un universo muerto y a partir de ahí se topó con un misterio, en los rincones diminutos del espacio y del tiempo los científicos encontraron una energía inconmensurable y misterios que nublaban el entendimiento, misterios que sugieren que todos estamos relacionados, que el universo físico es en esencia no físico, y que el tiempo y el espacio no son más que conceptos de esa inmaterialidad, ahora científicos renegados se reúnen con líderes religiosos y se celebran congresos en la que se comenta un entendimiento entre la ciencia y el espíritu, de la misma forma que el siglo XX abrió de par en par una visión mecanicista, ¿podrá el siglo XXI derivar el muro de hierro que hay entre la iglesia y el laboratorio?

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